domingo, 9 de diciembre de 2012

Periodismo, intrusismo profesional y nuevas tecnologías


El intrusismo profesional y las nuevas formas de comunicación presentes en el periodismo actual cavan la tumba del arte de informar.

El periodismo actual, sumido en una profunda crisis reconversora, se ve acuciado por un cada vez más flagrante intrusismo profesional. Las redes sociales y las nuevas tecnologías, fundamentales en la rápida transmisión de la información, han revolucionado el mundo de la comunicación al tiempo que hacen peligrar las bases del periodismo de calidad. Pero, ¿cómo afrontar este reto?

Oficio versus profesión

La profesión periodística en España lleva años sufriendo la falta de una regulación legal clara y exhaustiva. La necesidad de colegiación presente en otras profesiones como la abogacía o la medicina, desaparece en esta importante labor. El punto de conflicto es fácilmente determinable. El noble arte de la palabra oscila entre dos polos: oficio y profesión. Miguel Delibes decía que para el primero únicamente hacía falta “bolígrafo y caradura”. La profesión ha de entrañar una formación cada vez más completa  y especializada, orientada a la nueva era en la que nos encontramos inmersos.

A comienzos de los años 80, la Federación de Asociaciones de la Prensa defendía y reconocía la profesionalidad de los no titulados. Situaciones como esta dejan en entredicho a los formados periodistas españoles, que, han de competir con otras formaciones en un mercado ya de por si saturado. Javier Galán, profesor de la Universidad Carlos III de Madrid, ante una sesión organizada por la Asociación de Prensa de Madrid, reivindicaba la formación de colegios profesionales con el fin de garantizar la calidad informativa.

El afamado abogado Javier Cremades, sostiene que, a diferencia de las profesiones médicas y jurídicas, el periodismo puede ser ejercido sin necesidad de titulación oficial. Para el jurista, el informador es aquel que de manera continuada y a cambio de una remuneración ejerce la profesión de comunicar. Indica al mismo tiempo, que las garantías de proporcionar una información objetiva no las otorga  una formación teórica (Revista FAPE nº1). Es inevitable realizar una consideración al respecto: la objetividad puramente dicha, no existe en esta profesión como tal. El periodismo siempre va a ser una labor interpretativa de la realidad en la que habrán datos efectivamente ciertos.

Las nuevas tecnologías y el periodismo de calidad   
       
A comienzos del siglo XXI se inicia una nueva forma de hacer periodismo. Rápida, omnipresente, global y casi instantánea. El periodismo digital se impone y hace temblar los cimientos del periodismo tradicional. Internet y otras modernas herramientas son sus acérrimos aliados. Las actualizaciones se suceden las  24 horas del día, los 7 días de la semana.

Un medio más efectivo y más económico se implanta en esta nueva era de la comunicación. El periodista se enfrenta a una innovadora manera de informar, su perfil cambia porque su receptor ya es distinto. Controla entornos como Linkedyn, You Tube, Flickr, Facebook o Twenty, pero no deja a un lado el fomento y el uso ejemplar del vocabulario. ¿Realidad o ficción?

 El nuevo entorno global impuesto por la era de Internet es accesible a todos los que tengan algo que contar. He aquí el obstáculo en el camino. La deontología profesional del periodismo brilla por su ausencia. La calidad informativa pierde rigor porque absolutamente todos podemos narrar la realidad. El compromiso profesional con el fomento de nuestra lengua se pierde.

No obstante, no todo está perdido. El periodista del siglo XXI se especializará y tarde o temprano el virgen terreno legal del ciberespacio será regulado. Hoy, solo nos queda formar profesionales altamente cualificados y tomar una actitud emprendedora. Las nuevas formas darán paso a nuevos periodistas capaces de vencer esta acuciante crisis profesional.

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